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martes, 30 de junio de 2015

40 Days of Silence. Sección oficial del Atlántida Film Fest

Un voto de silencio que podríamos asemejar a esa travesía por el desierto de cuarenta días es la piedra angular de esta cinta llegada desde Uzbekistan. Una redención que parece buscar la mujer más joven del reparto, si no contamos con la niña, y que une a las cuatro féminas de una misma familia que conviven bajo el mismo techo.
El principal problema es que ese cimiento de la historia es a la misma vez su gran lastre. Bibicha, la mujer que cumple con el voto de silencio, no puede contarnos nada con su voz y nos cuenta muy poco con su cuerpo pero, además, ni su madre, ni su hermana, ni la hija de esta aportan nada o casi nada a la historia con sus escasas conversaciones porque, como es evidente, en una película con este título hay mucho, muchísimo, silencio; tanto, que en realidad no sabemos casi nada de los diferentes personajes más allá de cosas que se intuyen o que podemos imaginarnos. A veces aparece una voz en off que podemos interpretar que habla de alguna de ellas pero, ¿cómo saberlo a ciencia cierta?
No vamos a decir que el film no transmita lo difícil que es ser mujer en los países musulmanes y la infelicidad de todas ellas menos la pequeña, tristeza más que patente cada vez que aparece la hermana mayor en pantalla de la cual es de la que más claro nos queda qué le pasó, qué le pasa y qué es lo que le gustaría tener en un futuro.
Contemplativa en exceso, su ritmo extremadamente lento nos lo pone difícil para aguantar el visionado del tirón y más aun para poder sentir algo de empatía con la protagonista, Bibicha, que se ve claramente eclipsada por los demás personajes aunque sea a ella a quien se le de mayor número de minutos en pantalla. 
Nada novedosa salvo por el hecho de que nos enseña la existencia de esa especie de cuarentena voluntaria llevada a cabo por personas de a pie —digo personas porque entiendo que no solo es algo que realicen las mujeres, aunque igual si porque ellas serán las pecadoras siempre en países así— de la que no sabemos las razones. No es ni de lejos de lo peor que puedas encontrarte en este irregular Atlántida, pero es indudable que es muy difícil de digerir y me convence de que la sección oficial es como una especie de museo en el que sentarte a contemplar cuadros de los que muchos no te transmiten nada por muy bien que te los vendan en el folleto turístico.
Nota: 4 

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