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martes, 28 de julio de 2015

Dear White People, ácida, irónica, aleccionadora

Lo mejor del pasado AFF no estaba en su sección oficial sino en la Atlas y venía disfrazada de comedia adolescente, por lo que te podría hacer intuir su cartel y el reparto, pero es una de las mejores sátiras que he visto a la doble moral y la hipocresía reinante en el mundo actual y, especialmente en los EEUU, donde los domingos van a misa por la mañana cuando la noche anterior han estado buscando vídeos de sado/maso en la red o cosas peores.
Cuando empezamos a ver la película podemos pensar que es un alegato en favor del pueblo negro oprimido y desfavorecido aun en nuestros días pero, en cuanto rascamos un poco, nos damos cuenta de que si, en parte hay algo de eso, pero que de lo que se nos quiere hablar en realidad es de cómo algunos se ven obligados a llegar a extremos que jamás alcanzarían por una simple casualidad, cuando lo que perseguían era convencer a la gente mediante sus palabras y buscar la igualdad, no una superioridad que vuelve a separar a unos jóvenes que no lo saben o no lo quieren ver, pero que tienen más similitudes que diferencias y que la única en que se focalizan algunos de ellos, el color de la piel, es la más estúpida de todas.
Justin Simien hace un trabajo de dirección y de guionista extraordinario del que parecen contagiarse los intérpretes porque, aunque alguna cara os podrá sonar, ninguno de ellos es una primera figura pero resultan convincentes del primero al último. Tiernos, violentos, inteligentes, estúpidos, divertidos, locos, todos tienen un poco de todo y nos brindan unas conversaciones para recordar y volver a disfrutar en posteriores visionados. Es ahí donde vemos la fuerza del guión de Simien que hace uso de las redes sociales, de la tecnología y de la radio para mostrarnos el poder que estos pueden dar y arrebatar en cuestión de horas, minutos incluso, en esa jungla que es la universidad, que parece dividida por razas pero que al final está más compartimentada en clases.
En definitiva, este grupo de chavales solo trata de encontrar su sitio y en ese camino todos cometen muchos errores, sin excepción, porque lo que hacen algunos de los blancos a sus compañeros negros no tiene justificación pero entre los propios instigadores del movimiento "black power" al que asistiremos a lo largo del metraje caen en esos mismos errores no solo como venganza contra los agresores, sino contra los de su propia raza.
Hoy es cada vez más habitual ver los excesos que cometen algunos integrantes de las fuerzas del orden en EEUU contra la comunidad negra, o la matanza que perpetró aquel loco en una iglesia buscando iniciar una guerra racial según él mismo confesó. Quizá si las ideas que transmite esta joya de Simien se inculcaran desde los primeros años de vida de unos y otros, que es cuando a un ser humano le da igual si el que juega a su lado es negro, amarillo, blanco, etc, en un futuro podríamos ver cómo se detiene a alguien porque ha hecho algo suficiente para merecerlo y no porque un negro, conduciendo un BMW por un barrio bien sea algo que no pueda ser posible.

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