Qué mejor para terminar nuestra semana de slashers por Halloween que hablar de la película homónima dirigida por Carpenter hace ya casi cuarenta años. Pues vamos a ello.
En esta ocasión si que he de confesaros que nunca la había visto a pesar de conocer de sobra la estética del personaje y tener una idea de qué va. Me atrevería a decir que, de las vistas y analizadas en estos días, esta es la más arriesgada de todas. Empezando por el opening, que si lo analizamos es de los más explícitos e inquietantes que podemos ver en este subgénero del cine de terror y no precisamente por el sexo o la sangre, esta última bastante penosilla a lo largo de todo el film, sino por la presentación del personaje que unos años después aterrorizará al pueblo en que se crió.
No solo en la calidad de los efectos especiales sanguinolentos, sobre los que se pasa muy de soslayo, sin recrearse como en otros films similares, se nota que este realizador tendía a trabajar con presupuestos más que ajustados, ridículos, sino en casi todo y especialmente en el reparto, donde salvo Jamie Lee curtis —curioso ver lo machorra que es aquí al moverse y que en los noventa realizara uno de los bailes eróticos más recordados por los que estamos tayuditos ya— y el que encarna a Myers casi no hay por donde cogerlos.
Ese es uno de os grandes méritos de Carpenter, porque lo cierto es que la cinta nos inquieta y nos mantiene en tensión prácticamente todo el metraje gracias en gran parte a la minimalista banda sonora, creada por el propio director, pero también por la frialdad y la eficiencia en los asesinatos de nuestro psicokiller que, a diferencia de otros slasher donde a ratos resultan hasta cómicos, aquí nos deja claro lo peligroso y brutal que puede llegar a ser un único ser humano.
La trama, habitual por otra parte, avanza aun ritmo más pausado que en otras de las analizadas pero no con esa desidia sin ritmo de "Wolf Creek" por ejemplo, descubriendo la personalidad tras la máscara de boca del médico que viene tras él después de la fuga del psiquiátrico en que estaba internado Myers. Como ya he comentado en anteriores entradas esta semana, no deja de sorprender cómo casi siempre los que mueren están en el durante o después del acto sexual o son de cascos ligeros, mientras que la heroína suele ser muy formalita, ergo, el sexo mata.
He de decir que ha sido un placer revisitar, o visionar por primera vez como en este caso, estos referentes del género y que con Carpenter tengo un pequeño idilio porque aun no he visto nada suyo que me haya disgustado. Tiene algo en su forma de hacer cine que me atrapa de alguna manera.