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sábado, 8 de noviembre de 2014

Casablanca. Jamás el cinismo fue más agradable.

Hay momentos del cine que son universales y que conocemos aunque no sepamos ni de qué película vienen; creo que "Casablanca" es una de las mejores representantes de esto que os digo.
En este 2014, he visto más películas de lo que se da en llamar cine clásico que en toda mi vida seguramente aunque no me arrepiento de ello. No me malinterpretéis, ha habido momentos en mi vida en los que la mayoría de este cine no habría sabido apreciarlo como hago ahora y además, dicen que nunca es tarde si la película es buena... vale, el dicho no es así pero queda bien para explicarme.
Jamás pensé que fuera posible, con unos diálogos tan cínicos como son la mayoría de esta cinta, atrapar al espectador de la manera en que "Casablanca" lo hace, pero no sólo es posible, sino que es maravilloso.
La vida no siempre es  agradable con nosotros y, generalmente, con lo que menos suele serlo es con los temas del corazón, que es en el fondo lo que evidentemente ha cambiado el carácter de Rick/Humphrey Bogart, quedando esto de manifiesto en sus interacciones con las féminas que desfilarán por la pantalla. Pero Rick no ha dejado de ser un hombre íntegro y defensor de las causas justas, lo cual le hará todo un poco más complicado en una ciudad cercada por la Gestapo y de la que salir es tarea poco menos que imposible, al menos de manera legal.
Cuando reaparece Ilsa/Ingrid Bergman y a Rick no le queda más remedio que afrontar los dolorosos recuerdos de su pasado es cuando la trama comienza a mezclar el omnipresente drama con toques de cine negro y romance, aunque este último no será tan agradable como cabría esperar. En este aspecto es curiosa la función de "conciencia" que ejerce, o trata de ejercer, Sam, ese pianista al que todos conocemos y que, siendo sinceros, es un poco ninguneado por ambos protagonistas cuando se trata de que toque la "canción maldita", que el pobre hombre trata por todos los medios de evitar ejecutar al piano.
No voy a descubrir nada a nadie, aunque para mi lo ha sido al estar tan verde aun en cine clásico, lo grandes que son Humphrey Bogart e Ingrid Bergman, aunque aquí él destaca por encima de todo lo demás. El resto del reparto también me dejó una agradable sensación, ese sentimiento de que cada cual sabía qué debía hacer y cómo hacerlo. La variedad, la mescolanza de culturas y nacionalidades propia de la Casablanca de aquellos días queda más que patente gracias al buen hacer del casting, creíbles del primero al último.
Michael Curtiz dirige con solvencia una historia cuya originalidad está para mi precisamente en esa manera de presentarnos la vida tal y como es, sin artificios ni buscando la lágrima fácil. Todo es muy triste si te paras a pensarlo, no solo por la época en que se desarrolla la historia, sino por como vas viendo que no todo es de color de rosa y que a veces las decisiones que pueden hacer felices a otros son las que te pueden hundir a ti, y si al final deben pesar más tus principios o tus sentimientos.
Me quedaré con la frase "creo que es este es el comienzo de una hermosa amistad"; la mía con todo este cine que poco a poco voy descubriendo y disfrutando y que no voy a entrar a valorar si es mejor o peor que el buen cine actual, pero que tiene grandes historias que ofrecer y mejor aun, estrellas a las que aun podemos disfrutar gracias al celuloide pese a no seguir con nosotros a día de hoy.
Obviamente, cualquiera que ame el séptimo arte sabrá apreciar la grandeza de un film como este.

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