miércoles, 15 de julio de 2015

Nuestro último verano en Escocia, un alegato a la vida desde la perspectiva infantil

Una película estrenada a finales de mayo y que he podido ir a ver ahora en cine pagando por ello cuando me la podía haber descargado, raro que es uno. La cosa es que no solo prefiero ver el cine en sala sino que, cuando has quedado tan satisfecho como con esta, sabes que ha sido un dinero bien empleado, máxime teniendo en cuenta que es un cine de esos que quizá no tenga siempre las mejores novedades de la semana pero que nos permite ver películas en la capital de mi isla y es de las pocas opciones de ocio cultural que tenemos aquí.
Después del zasca empecemos a hablar de la cinta. Si por el cartel os esperáis una comedia romántica mejor que os quitéis esa idea de la cabeza. Es una comedia si, o más bien una tragicomedia, y habla del amor si, pero no del que hay entre un hombre y una mujer sino del que un hombre ya anciano siente por la vida y del que existe entre dicho señor y sus tres pequeños nietos.
No os miento si os digo que lo mejor de todo el film está precisamente en esos niños y en su relación con el yayo. Asistiremos a conversaciones donde el hombre trata de inculcar a esos chavales que la vida está hecha para vivirla, con unas reflexiones que los propios infantes no comprenden en las más de las ocasiones pero que seguramente quedarán ahí, en su mente, de cara al futuro.
La trama tiene tantos momentos sumamente absurdos y surrealistas que pedirá de nosotros que vayamos con la mente abierta por el tema en torno al que gira la historia y cómo se trata a lo largo del film. Y es ahí donde yo creo que hay que dar un mérito enorme a Andy Hamilton y Guy Jenkin desde la dirección, porque lo que han logrado con tres chavales de edades tan diferentes —uno de los grandes aciertos de cara a los diálogos que se desarrollan— es digno de elogio. Lo he dicho ya más veces pero es que los peques son así, sinceros, pero no siempre porque quieran serlo o sean conscientes de que lo son, sino porque las cosas les salen y te dejan con una cara muy similar a la del abuelo de la película y muchas veces teniendo girar la cabeza hacia otro lado para no sonreírte ante algo no muy adecuado que hayan dicho.
Es una película que debería llegarte de todos modos pero que si has vivido determinadas situaciones a lo largo de los años te tocará mucho la fibra sensible. En mi caso ha sido una cinta que me ha hecho emocionarme en la misma medida en que me hizo reír, a carcajadas a veces, y de las que pienso que deberíamos ver más a menudo. Igual os ha sorprendido que no mencione a los actores adultos pero, aunque todos cumplen su función, creo que aquí quienes merecen todo el mérito son unos críos que consiguen ser creíbles en todo momento, quizá porque en general simplemente les dijeron que fueran ellos mismos.
Cien por cien recomendable.

2 comentarios:

  1. Tenía muchas ganas de ver esta peli, y ahora muchas más. Grande Rudy

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    1. Buenas Ricky,
      te digo que solo por algunas escenas entre el abuelo y los nietos ya vale la pena verla, geniales.

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