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jueves, 18 de septiembre de 2014

Malditos bastardos. "El Padrino" se infiltró entre los nazis.

Hay películas ambientadas en la Segunda Guerra Mundial que nos cuentan con pelos y señales como fue todo, "Salvar al soldado Ryan", otras se centran en momentos o incluso personajes concretos, "Enemigo a las puertas", pero si queríamos un film sobre esta guerra, con cierto aire de western, incluso algunas melodías suenan a eso, y con un toque gamberro, solo Tarantino podía hacerlo. Así llegó a nosotros la historia de este grupo ficticio que luchaba contra los alemanes sin ningún tipo de reglas, sin respetar convención alguna.
La mano de este peculiar director queda patente en todo momento, por lo que quienes no le tengan entre sus predilectos o esperen una cinta seria sobre lo que sucedió, mejor que la dejen pasar. Por contra, si has disfrutado con lo que hayas visto de Tarantino hasta el momento, no te defraudará.
Dicho esto, cuando se te presenta en pantalla un reparto tan coral como el que aquí disfrutaremos es muy difícil destacar a casi nadie por encima del resto. Sin embargo, Christoph Waltz realiza sin ningún género de dudas la mejor interpretación a mucha distancia del resto de compañeros. Su Hans Landa es inolvidable y claramente merecedor del Oscar a mejor actor de reparto que le fue concedido al actor.
Ojo, el resto, como es habitual en el cine de Tarantino, realizan con creces su función. Tendremos a Brad Pitt en un registro ya conocido para él y con una hilarante, al menos para mi, imitación de "Vito Corleone". Fassbender, Daniel Brühl y la bella y elegante Diane Kruger cumplen con roles destacables.
Violencia al estilo Tarantino, es decir, por momentos casi cómica aunque bastante brutal también. Es marca de la casa y yo personalmente disfruto de estos excesos concretos de Quentin. Pienso que tiene mucho mérito presentar imágenes de tanta crudeza pero que al tiempo casi te hagan sonreír más que afectarte. O igual estoy igual de enfermo que él, quién sabe.
La música, el vestuario, las localizaciones, todo acompaña a la perfección a la idea que Tarantino tiene de aquella Alemania Nazi que busca más la carcajada que ser tomada en serio y quizá cojea un tanto el guión con pocas o ninguna sorpresa y una historia que ya nos han contado en más de una ocasión, y en más de diez.
Como curiosidad, ese humorista, amado por unos, odiado por otros, de nombre Mike Myers hará un pequeña aparición en la que, si no se está atento costará reconocerlo.
En definitiva, tenemos al director de "Pulp Fiction" y "Reservoir Dogs" en su máxima expresión, aunque la calidad no llegue a la altura de aquellas. Eso es una ventaja para quienes amamos su cine, para los demás es una razón para, probablemente, seguir buscando otro film que ver esta noche.

lunes, 21 de abril de 2014

Tren de noche a Lisboa, próxima estación, amor


Esta "pequeña" película de Bille August empieza con una casualidad, esa que habéis visto si habéis echado un vistazo al tráiler. Si, os hablo de la chica, del puente y del impermeable rojo.
Ese azar o el destino, eso lo dejo a vuestra elección, hace que llegue a manos de Raimond Gregorius (Jeremy Irons) un pequeño libro de un autor portugués, Amadeu de Prado (Jack Huston).
En cuanto lee unas pocas páginas, Gregorius se da cuenta de algo, que muchos en algún momento de la vida descubrimos, y es que nota un vacío existencial. ¿Vale la pena el camino recorrido hasta el momento presente? ¿Hemos vivido de verdad?
Así las cosas y tras encontrar dentro del libro un billete a Lisboa, el protagonista decide, sin más equipaje que lo puesto, el impermeable y el libro, embarcarse en un viaje de descubrimiento personal.
Una vez en Portugal, asistiremos al devenir de Gregorius, en su peregrinaje en busca de Amadeu o del recuerdo que de él queda en sus familiares y en quienes lo conocieron. Nos introduce así la trama en un ir y venir entre la actualidad y el convulso pasado de la dictadura portuguesa en la que se desarrolla la historia de Amadeu, Jorge O'Kelly (August Diehl) y Estefanía (Mélanie Laurent) principalmente, aunque desfilarán por ella otros personajes que a la postre serán más importantes en el momento presente que en los flashbacks.
El reparto está más que correcto en términos generales aunque destacaría a Jeremy Irons y Charlotte Rampling en la parte que se desarrolla en el momento actual y a Mélanie Laurent en la época de la dictadura. Ciertamente es un placer ver a Irons actuando de verdad en estos últimos años tras la travesía por el desierto que pasó (para llorar Dragones y mazmorras) y que actores de la talla de Lena Olin o Christopher Lee, demuestren su valía en los escasos minutos que aparecen en pantalla.
Como decía, es una película que nos habla de encontrarse a uno mismo, de hallar sentido a la vida, pero también de lo difícil que es el amor, incluso cuando se ama con toda la fuerza posible.
Evidentemente, es un film que incluso os costará encontrar en la cartelera, sin artificios, sin grandes mensajes, pero con muchos pequeños a lo largo de toda la proyección; algunos en forma de citas del libro de Amadeu que va regalándonos Gregorius, otros, en los diálogos y en los gestos de los personajes.
El primer mensaje de todos es que a veces, hay que arriesgar y tomar ese tren aunque no sepas qué va a pasar cuando llegues al destino, porque a veces, lo importante es que el viaje haya valido la pena. Para mi, en esta película, lo ha valido.