sábado, 19 de diciembre de 2015

La soga, el teatro hecho cine a la manera de Hitchcock

Sabía que esta era una de las películas favoritas de Hichtckock de mi querido Sr. Purgatorio, pero lo cierto es que yo nunca la había visto. Así que ahí nos dispusimos a disfrutar de ella una apacible tarde. Matar por el placer de matar parece la premisa de esta cinta que nos descubre a un desconocido actor para mí, John Dall, pero sin duda acertadísimo para interpretar el papel con una soberbia y una prepotencia exageradas. Una vez más vemos como algunas personas interpretan las teorías que otros exponen como un indicativo de lo que deben hacer, tomando papeles que no les corresponden. En este caso jugando a ser Dios y decidir quién merece morir y quien no. El protagonista convence a un tembloroso Farley Granger para llevar a cabo su macabro plan con poco convencimiento por su parte ya que los nervios lo traicionarán en más de una ocasión. En escena entra uno de los grandes del cine de Hollywood, un James Stewart que a pesar de él mismo reconocer que no estaba cómodo con su interpretación, resulta más que convincente en su papel descubriendo todo el pastel.
La película se desarrolla magistralmente en un par de habitaciones, casi como una obra de teatro, de hecho fue así como se decidió que debía rodarse, es lo que era en un principio, con algún que otro personaje que desde luego no es relevante para la trama pero relleno necesario para dar cierto empaque a la cinta además de ponernos en antecedentes en lo relacionado con el entorno del protagonista. Los enfoques de la cámara en algunos de los elementos de la escena, fueron aprovechados para cambiar el rollo de la película, que además consiguen poner en tensión al espectador, por algo este realizador es el maestro del suspense. Se la consideró una de las obras de menos éxito de Hitchcock sin embargo no por ello carece de mérito ya que contiene inteligentes juegos dialécticos. Sé que el Sr.Purgatorio recordará bastante más y será bastante más analítico que yo. Me pareció una buena película pero no formará parte de mis favoritas de tito Alfred, lo siento querido, sin embargo disfrutarla contigo fue lo mejor del film.
Cualquier película mejora en tu compañía mi amor, incluso aunque a ti no te guste tanto como habría sido mi deseo pero nunca llueve a gusto de todos y ya llegará el día en que veremos alguna cinta juntos que tú valores más que yo y me toque a mi decir lo que a ti hoy. Por fortuna eso jamás nos impide disfrutar de lo importante que es el ver cine en compañía del otro.
Para que muchos, incluida tú cariño, entiendan el por qué este film es tan especial para mi quizá haya que poner en antecedentes y explicar ciertas cosas:
Primero, como es sabido por quienes sigan el Motel habitualmente, he visto muy poco cine clásico, es más, antes de la primera llegada de Aurora al blog dudo que llegaran a diez el total de películas anteriores a los setenta que habían pasado ante mis cinéfilos ojos, al menos que yo tenga recuerdo de ello. La soga fue la primera que visioné siendo ya adulto y me enamoró absolutamente así que en parte es eso lo que la hace una de mis preferidas del maestro.
Segundo, en más de una ocasión me han dicho que yo debería haber estudiado psicología y reconozco que todo el tema de la mente humana, pero sobre todo el de los que llevan a cabo actos tan reprobables como el que da sentido a esta historia, me atrae de una manera superlativa. En ese sentido, esta cinta es una joya que reflexiona muy bien sobre eso y sobre las diversas personalidades, desde el líder, pasando por el gregario hasta llegar al mentor cuyas enseñanzas son mal entendidas o interpretadas. En ese aspecto algunos de los diálogos son sublimes.
No obstante, no es solo eso lo que hace grande para mi a esta trama que sin salir de la casa consigue mantenernos en tensión durante su escaso metraje, unos ochenta minutos, sino que de nuevo Hitchcock hace gala de su humor corrosivo con esa charla sobre el cine que han ido a ver el los últimos tiempos los invitados a la fiesta, con un James Stewart genial. El triángulo de interpretaciones realmente importantes lo completan John Dall y Farley Granger, fantásticos ambos en sus roles a lo largo de toda la proyección y secundados por un resto del elenco que aporta de manera notable su granito de arena.
Cuanto más cine de este realizador veo, más consciente soy de que no siempre contar con más medios asegura que al final el resultado sea mejor y sirva como ejemplo también "La ventana indiscreta" que podríamos decir que comparte muchas similitudes con este film que analizamos hoy.
Es posible que la mayoría opine como mi hermosa señora y encuadre esta pequeña obra de un grande entre sus trabajos más discretos pero yo no puedo evitar remar a contracorriente y seguir declarando mi amor incondicional por ella, igual que se lo declaré hace ya tiempo a quien correspondía.

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