Dicen que hoy es el día de los enamorados. La verdad es que no llevo la cuenta de estas cosas porque desde que te conocí estoy enamorada y en una nube constante. No necesito que me recuerden que hoy sería bonito que te dijera que te quiero. Cada día te demuestro mi amor de hecho y de palabra porque cuando se ama a borbotones cada día es un 14 de febrero. Pero el romanticismo se respira en el aire y hemos querido traer a nuestros lectores una de esas pelis merengosas y pastelosas que yo personalmente adoro. Pasear por las nubes de la mano de un grande como Anthony Quinn o un jovencísimo Keanu Reeves, (sé querido que no es santo de tu devoción) pues no está nada mal. Corren los años cuarenta con la resaca de la guerra a cuestas, surge y florece el amor entre una fantástica Aitana Sanchez-Gijón, estudiante universitaria que vuelve a casa temerosa de su padre en el difícil seno de una adinerada y conservadora familia mejicana dedicada a la viticultura, y Keanu Reeves soldado condecorado por su valor en la guerra y vendedor de bombones.
Adoro la historia, adoro la música y adoro lo etéreo del amor entre los viñedos y aunque no siempre el amor sigue el curso natural que cabría esperar, sale victorioso como no podría ser de otra manera en una cinta como esta. Paseemos por las nubes con las manos enlazadas cada día de nuestras vidas porque vivamos en un día de los enamorados constante. Te quiero.
Cuando me dijiste que si no haríamos algo especial para San Valentín, la primera película que me vino a la mente fue esta, de la que tantas veces me has hablado como una de tus favoritas en lo que a romance se refiere. Como ya sabes mi amor, soy un romántico empedernido, a pesar de que a ti te resulte chocante viendo mis otros gustos cinéfilos o de lectura, así que nunca me supone un esfuerzo ver una de estas cintas y menos aun si es contigo.
Puede ser cierto que Keanu no sea santo de mi devoción como actor en términos generales, aunque creo que en determinados papeles da muy bien el perfil, pero he de decir que aquí, en un film que cumple veintiún años este 2016, me ha sorprendido gratamente. Creo que es una de las veces que más creíble lo he visto en el papel. Es hasta raro verle esa sonrisa y esa naturalidad en algunas escenas como la que comparte con el que, con diferencia, es lo mejor de este largometraje, Anthony Quinn, quien curiosamente andaba por ahí en uno de nuestros próximos clásicos.
No obstante lo dicho hasta ahora —puede que mi amada se sorprenda de cuánto coincidimos hasta el momento en la valoración— una historia de amor no funciona si no hay química entre ambas partes y aquí, pese a que Aitana no pega mucho como mejicana, esa conexión funciona suficientemente bien para que de algún modo podamos meternos de lleno e identificarnos con ellos.
Personalmente no pude más que imaginarme diciendo muchas de las cosas que el personaje de Reeves dice al padre de la joven porque yo las siento exactamente igual por ti pese a quien pese y porque demuestran, esas frases del guión, que un amor verdadero está por encima de orgullos, mentalidades y cualquier cosa que los demás quieran oponer a un sentimiento al que no se pueden poner barreras ni medidas.
No voy a decir que esta vaya a estar entre mis películas románticas mejor valoradas pero sin duda estará entre mis preferidas por el simple hecho de lo que significa para ti y ahora para nosotros. Espero que la próxima vez que la disfrutemos sea uno en brazos del otro, flotando quizá ya en una nube de la que nada ni nadie pueda bajarnos nunca más. Por cierto, yo también te amo todos y cada uno de los días.
Es una producción increíblemente interpeladora, llena de aprendizajes, artistas maravillosos titanes de la actuación, películas de Oro, gracias por tan bellas peliculas
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