Cada año hay unas cuantas decenas de películas que son la más terrorífica del siglo, de todos los tiempos, del año en curso, etcétera y casi siempre me quedo con la misma sensación después de verlas; sean mejores o peores siempre siguen siendo una más y repeticiones de lo ya visto con algún detallito que intenta diferenciarlas.
A este nuevo intento de conseguirlo en forma de "home invasion", lo que aquí llamaríamos allanamiento de morada, que nos trae el director uruguayo Fede Álvarez, cuyo remake de Posesión infernal me convenció y mucho, le ha vuelto a pasar lo que a la mayoría.
Es de agradecer que no se recreen en alargar el principio de la trama, contándonos un montón de chorradas de los chavales que luego hacen que muchas cosas vayan atropelladas el resto del tiempo que dura la cinta, en un subgénero que suele contar con metrajes más bien cortos. También es destacable la tensión que ayuda a crear el gran Roque Baños con su banda sonora y la actuación de un Stephen Lang que, en su rol de invidente con sorpresas por enseñar, consigue ponernos la piel de gallina en unas cuantas ocasiones.
Entonces, ¿estamos ante una de las sorpresas del año? ¿Es esta película digna de ser destacada dentro del género de terror en general y en su subgénero en particular?
La respuesta, mi respuesta, contundente es no. Para empezar porque todo el tema de la ceguera y la respiración están mucho menos aprovechadas de lo que cabría esperar; hay momentos en que los jóvenes se mueven por la casa como si nada y otros en que el personaje de Lang parece Daredevil. Algunas de estas cosas podría dejarlas pasar pero es que el guión va teniendo una caída libre bestial que le hace, no solo caer en clichés miles de veces repetidos sino que incluso tiene un par de sucesos, momento ventana especialmente, con fallos ridículos de guión para una obra de este calibre, en los que parecen creer que como espectadores somos tan tontos o nos tienen tan inmersos en la historia que no nos vamos a dar cuenta.
Las motivaciones del dueño de la casa y algunas de las cosas sin sentido y sin lógica alguna que lleva a cabo dentro de ella y un final que se alarga en exceso, muy pero que muy en exceso para no quedarse en una historia de poco más de sesenta minutos, con finales dentro de otros finales, lastran esta producción desde mi punto de vista hasta el extremo de resultarme muy normalita o totalmente olvidable. Igual he visto ya tanto cine de este tipo que soy aun más crítico a la hora de buscar los errores y no me vale con que me creen un poco de tensión cada tantos minutos para quedar satisfecho.
Lo que si os digo es que yo de mayor quiero tener un cuerpo como el de Stephen Lang con esa edad, vaya trabajazo de gimnasio se ha debido pegar el hombre.
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