miércoles, 28 de septiembre de 2016

La tribuna de Amanda: Friday night lights

En 1990 Buzz Bissinger escribió un libro llamado Friday Night Lights: A Town, a Team, and a Dream, aparentemente era un libro sobre el deporte rey en Estados Unidos, el fútbol americano, pero sólo hace faltar leer las primeras páginas para comprobar que FNL es mucho más que una simple novela.
En 2004 la película fue adaptada al cine con nombre homónimo pero pasó con más pena que gloria y fue en 2006 cuando la NBC compró los derechos y decidió hacer una serie. Realmente es una de las series más infravaloradas de la televisión, aún contando con varios premios Emmy incluidos el de Mejor Actor Principal para Kyle Chandler y el de Mejor guión a Jason Katims, pero si algo tiene Friday Night Lights es un público tan fiel que consiguió que la serie no fuese cancelada pese a la baja audiencia y gracias a ello pudo poner la guinda final en la quinta temporada con uno de los finales más emotivos y redondos que se recuerdan en la televisión.
La serie tiene una producción de lo más diferente ya que está rodada con cámara de mano, con varias cámaras a la vez y los actores tienen libertad para improvisar, con ello consiguen una cosa que pocas series han logrado, te hacen sentir parte de ella. El espectador se siente un habitante más de Dillon, vive con ellos, sufre con ellos, se alegra con ellos. Todo esto viene acompañado de una excelente banda sonora en la que no falta la música country del momento, pero sin duda el sello musical por excelencia lo aporta Explosions in The Sky, banda instrumental de Texas que consiguieron que la música fuese tan envolvente que se convirtió en un personaje más.
Está claro que aún con todo lo mencionado anteriormente hay algo que va más allá de todo eso, ¿qué es lo que cautiva al espectador? Sin duda alguna: el realismo. FNL no pretende ser una serie sobre triunfadores y personas que logran sus sueños pese a todas las adversidades. Esta serie es mucho más que esto, es un retrato totalmente franco de la otra cara del sueño americano. Esta América está acomplejada, estancada y deprimida, pero esta es la América real, la que se muestra sin ningún tapujo. Mucha gente dice que la serie es un estado anímico y este se podría resumir en una palabra: Melancolía.
Son muchas las series que nos muestran personajes exitosos, con carisma y que consiguen lo que se proponen, también los hay en FNL pero así mismo hay un gran número de personajes a los que la vida les tiene preparado un futuro diferente al que esperaban, que tienen que reinventarse y superarse. No por eso el éxito es menor, pero parece que este tipo de personas no tiene cabida en el “sueño americano”.
Parece que no es casualidad el hecho de que todo esto tenga lugar en Texas. La mayoría de europeos tienen una idea muy utópica sobre Estados Unidos y parece que a veces la gente olvide que un país con tal extensión geográfica no puede ser todo tan similar.
Texas es uno de los estados más al sur, es el segundo estado más grande del país y delimita al sur con Mexico. Austin, su capital, cuenta con una población de casi un millón de personas y tanto Houston como Dallas la superan en casi un millón de habitantes más, pero el resto del estado es básicamente rural.
Es un estado que ha tenido una gran explosión industrial durante el último siglo pero también sigue siendo muy ganadero. El estilo de vida de los habitantes de las zonas más rurales queda perfectamente reflejado en la serie. Da la sensación de que el gran sueño americano no ha acabado de estar de su lado, parece que en ciertas ocasiones reina el derrotismo en ellos, pero también se muestran tal y como son. Le dan una gran importancia a la familia, también la religión está muy presente en sus vidas y es algo que la serie sabe captar a la perfección.
¿Pero cómo puede ser que este tipo de sociedad llame la atención y despierte el interés de espectador? Básicamente porque le permite empatizar con ellos, nos hace conectar con las emociones de sus habitantes hasta el punto que sufrimos con sus fracasos y nos alegramos de sus éxitos como si de propios se tratase, porque la frase más repetida de la serie cobra todo el sentido cuando nos sumergimos en Dillon…


Clear Eyes, full hearts… Can’t lose.

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