Siempre que vemos este nombre pensamos en el monstruo de cabeza grotesca y cuadrada cuyo cráneo está atornillado. Lo cierto es que, y creo que no descubro nada, Frankenstein no es el nombre del monstruo sino de su creador. Supongo que el afán del ser humano en muchos casos reside en jugar a ser Dios y crear vida. Esta vez es una película de más o menos terror, pero lo cierto es que se sigue experimentando y probando "el dedo de Dios" una y otra vez. Bueno filosofías aparte, esta joyita del cine clásico del terror de 1931, no podía más que ocupar una de nuestras noches de "pelimantacariñines". A pesar de que era una cinta que ya había visionado de jovencita, recordaba muchas de sus escenas, quizás es porque marcó mi mente tierna y cándida. Descubrir aquel ser monstruoso e iracundo no puede dejar indemne una sensibilidad adolescente de los años setenta. En fin, que me disperso una vez más, la película de corto metraje y desconocidos actores en su mayoría, al menos para mí, no hace que sea menos valiosa para cualquier cinéfilo clásico que se precie o a cualquier amante del cine de terror de ayer y de hoy. Los gritos del monstruo magníficamente interpretado por Boris Karlof ponen los pelos como escarpias al espectador. No podemos obviar la escena de la dulce e inocente niñita que de manera amigable, tal y como hacen los niños le regala una flor. Quizás fuera esa la escena que más me impactó principalmente por todo lo dicho con anterioridad. Creo que la música es acertada en una ambientación oscura y húmeda, no solo porque la cinta fuera en blanco y negro, sino porque el entorno así lo requiere.
Mucho ha avanzado la ciencia desde entonces, todo tipo de trasplantes se han hecho, incluso los nazis hicieron experimentos tan horribles que mejor no mencionar, sin embargo aprovechemos todo lo bueno de la ciencia pero dejemos a un lado las aberraciones.
Creo que me he puesto demasiado filosófica para decir que la película me gustó y que merece vuestro visionado. Yo seguiré disfrutando de pelis con el "monstruo" del amor rondando a mi vera.
Si, cielo, así rondo yo en las oscuras noches, tan oscuras como esos primero y sublimes minutos de esta cinta cuya ambientación es de las mejores que he visto, no solo en cine clásico, con una primera mitad que pone la carne de gallina, gracias en parte a la música pero sobre todo por los guturales alaridos que brotan de la garganta de ese ser al que, jugando como siempre a ser Dios, trata de crear un hombre demasiado pagado de sí mismo y que justifica todo en nombre de la ciencia.
Siendo sincero, yo ni siquiera a Karloff lo conocía más allá del nombre así que para mi todo el reparto es desconocido y de nuevo, como me sucedió con El retrato de Dorian Gray, donde tampoco me sonaba nadie pero todos me parecieron estar muy por encima de lo que se suele ver hoy en día en una producción de medio calado. Evidentemente es quien encarna al monstruo quien más impacta y no me extraña que a mi amada Sra. Purgatorio le sucediera eso, teniendo en cuenta que el cine de terror no es de sus favoritos y que incluso a veces, cuando hemos visto las películas en la distancia, ha tenido que dejar su visionado. No obstante, considero que hay interpretaciones muy destacables en este pequeño, por su duración, film que no deberían pasar inadvertidas para los amantes del buen cine sea del género que sea.
En definitiva nos encontramos ante una cinta que se ve en un suspiro y que demuestra que desde hace mucho tiempo está casi todo inventado, sobre todo en lo que a ambientación se refiere y que supuso el inicio de la leyenda de uno de los actores más importantes en un género que suele recibir pocos halagos del gran público y aun menos de la crítica. Espero que mi preciosa flor me traiga más de estos monstruos y de ese celuloide en blanco y negro que asusta sin necesidad de grandes efectos especiales y que yo disfruto como un crío a su lado.
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