A veces te llevas sorpresas con el cine español, cada vez menos, y te encuentras con actrices como Belén Rueda, que pasó de humorista a protagonista de thrillers, demostrando un nivel que ya quisieran otras cuando se trata de hacer cine de género. Su interpretación, junto con la tensión que empieza desde el primer segundo de metraje y no te suelta hasta el último, es lo mejor de esta película. La dirección y el manejo de los sustos también rayan a un alto nivel, siendo la parte más floja, cuando nos acercamos al final, el guión. Le sobran un par de vueltas de tuerca innecesarias y sin demasiado sentido, lo cual no desmerece lo que hemos visto hasta esos instantes finales. El tema sangre/violencia va in crescendo hasta rozar el gore en los últimos minutos de metraje.
Otra de las muchas muestras de este siglo de que en el cine patrio se sabe hacer mucho más que denuncia social, melodramas y comedias de medio pelo que abundaban tanto antes.
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