Y aquí que seguimos en esta nueva andadura bloguera con críticas a dos teclados. Esta vez me decanté por "Gilda" que sin ser de lo mejor en el cine clásico, era casi de obligado visionado ya que Rita Haywoorth es de esas mujeres que hay que disfrutar y es en esta cinta donde despliega todo su esplendor, bajo mi humilde punto de vista.
Esta película fue un claro ejemplo de que el pueblo es soberano ya que la crítica de la época mostró escaso entusiasmo ante las excelencias de "Gilda". Sin embargo de cara al público, que en el fondo es lo que cuenta, llegó a ser "la" película ya que los soldados llevaban a sus novias y esposas a visionarla una y otra vez para a ver si de algún modo ellas podrían imitar a esa Gilda sensual que volvía locos a los hombres.
Sin tener un gran argumento, de hecho más bien flojito, un triángulo amoroso del que incluso se llegó a decir que era un ménage a trois en el que Gilda era el catalizador para la relación entre los dos hombres. Cosas que se dicen sin tener mucho sentido, hay personas que son muy amigas de buscar intenciones ocultas o mensajes subliminales. La primera vez que vi la cinta sufrí una pequeña decepción precisamente porque la trama no es nada del otro jueves pero con tanta fama me veía en la "obligación" de verla y solo por verla a ella, a Rita, merece cada minuto de estar pendiente de la pantalla.
La Rita de Gilda era una mujer sensual, tempestuosa, bella, amoral y vengativa. Para mí sin duda lo mejor de la película, ella. Pero ahora viene la crítica de verdad, la de los detalles que a mí, profana, se me escapan viendo las cintas con el corazón única y exclusivamente. Sé que mi querido Sr. Purgatorio además del corazón utiliza el intelecto así que os dejo con su visión de la película. Disfrutad.
Después de la genial introducción de mi musa, la Sra. Purgatorio, que se supera con cada nueva entrada que hacemos juntos o en las que trabaja ella sola —mola eso de no tener que preocuparse de tener el Motel bien surtido—, me toca a mi hablaros de esta película que vimos hace dos noches y comentamos gracias a las maravillosas nuevas tecnologías; qué sería de nosotros sin el "guasap".
Yendo al asunto, y como bien dice mi querida Aurora, el argumento de la película es bastante simple y entiendo que el éxito de público que obtuvo en su momento fue sin duda por ver a la voluptuosa y sexual Rita Hayworth. En una época, los años cuarenta, donde no se enseñaba en el cine tanta cacha como hoy, los bailes de la fantástica y exuberante actriz debieron ser sin duda reclamo más que suficiente para que los hombres quisieran acudir al cine a disfrutar de ella y las mujeres a soñar ser como ella. Tampoco es extraño, no obstante, que la crítica fuera dura con esta cinta, porque ciertamente, no hay demasiadas cosas que destaquen de manera especial más allá de la Hayworth.
El guión es bastante pueril y la narración muy errática, dejándonos con las ganas de saber el por qué de esa inquina que se tienen mutuamente Gilda/Hayworth y Farrell/Glen Ford. En ese sentido me dejó mucho más satisfecho la magnífica "Casablanca", que tira de "flashbacks" para ayudarnos a entender por qué las cosas son como son. Luego hay giros en la historia y personajes que están totalmente desaprovechados en detrimento del triángulo amoroso, que se va desdibujando muy mucho según avanza la película, con lo cual nos quedamos compuestos y sin lío. Por fortuna para el espectador, en lo que si dieron con la tecla fue en el tema de los diálogos, mordaces y sumamente interesantes, más en la primera mitad de la cinta, pero que mantienen un nivel alto y que te hace soportar el tedio de algunas de las situaciones hasta que llegue la escena más famosa de la película, donde ver a Rita es una delicia.
Hayworth está inmensa en su rol, que no parece demasiado diferente al que debió ejecutar en su vida real y se come la pantalla desde que aparece con ese golpe de cuello que dejaría con collarín a más de una si lo intentara. Por desgracia, el resto del reparto, salvando a un más que correcto Glen Ford, no terminan de cuajar y se agradece mucho al personaje que trabaja en los baños del casino, que con sus resoplidos y sus cínicos comentarios trae un poco de luz de vez en cuando en la densidad que se adueña de la trama.
Ni todo el cine clásico es bueno, ni todo el cine actual es malo. Cualquier tiempo pasado no fue necesariamente mejor, pero si diferente. Hoy día, una película como esta, donde su principal atractivo es ver a Hayworth mover sus curvas, porque verlas, las curvas quiero decir, lo que se dice verlas, se las ve lo justo, pasaría sin pena ni gloria porque la historia no es nada del otro jueves y hoy día estamos acostumbrados ya a ver mucho más de lo que se ve aquí y se ha perdido el gusto por la insinuación, cosa que me apena, en favor de enseñar lo máximo posible. Una película correcta, que sube algún peldaño más gracias a su fémina protagonista.
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