Después de ver anoche "3 metros sobre el
cielo" y descubrir que por lo visto es una película que marcó
a una generación de adolescentes —por lo que vi en twitter y en
otros sitios parece que eso pueda ser cierto— entiendo por qué nos
han salido las últimas quintas tan canis y "broncas".
La historia de amor que nos presentan no será
desconocida para nadie que haya ido al instituto. Tío buenorro y
malote, Mario Casas, que se lía con chavala bien, María Valverde, y
todas las vicisitudes que atraviesan. Te quiero, no te quiero, celos,
carreras de motos, peleas, más te quiero, no te quiero, más
celos... bueno, se entiende ¿no?
El problema es que la historia no es nada ágil y
demasiado empalagosa por momentos, pese a que quizá, el mundo de
"H", el personaje de Casas, podía haber dado mucho más de
si en ese aspecto. Quizá un tono algo más oscuro le habría dado
más empaque a la historia. Por contra, se tiende al drama facilón
con situaciones harto predecibles y a diálogos que parecen sacados
de episodios de "Al salir de clase" o similares y que nos
dibujan a unos adolescentes que, más que hacerte empatizar con
ellos, te llevan a pensar "A esa/e lo que le faltan son dos
buenos azotes"; vamos, que a ratos dan más repeluco que otra
cosa y deseas que los tuyos no sean así cuando crezcan.
Las subtramas, salvo quizá la de los padres de "H"
no tienen interés alguno y no sirven más que para darnos alguna
escena subidita de tono o lacrimógena que encima no cumplen su
cometido para nada.
La mayoría de interpretaciones tienen muy poca
credibilidad, en especial la mayoría de chavalas de instituto y
algunos de los moteros, quizá a estos últimos deberían decirles
que no basta con ponerse chupas y poner cara de malotes si cuando
abren la boca no transmiten una sensación acorde con el físico.
La química entre "Babi", interpretada por
María Valverde, y "H" es tan irregular como el resto del
film y, a mi modesto entender, se salva por Mario Casas, que siempre
sabe sacar esa sonrisa que encandila, y que enamora a la cámara.
Puede que como actor le quede mucho que evolucionar y pulir, pero es
innegable que tiene, y no solo por el físico, muy buena presencia
ante cámara.
Si que me gustaría destacar la escena de la
conversación en el bar entre "H" y el padre de "Babi",
con las mejores líneas de diálogo de todo el guión sin duda, para
dejarnos claro que son las pequeñas cosas las que hacen grande a la
vida.
Fernando González Molina trata de adaptar la novela
de Federico Moccia —la cual no he leído así que no puedo juzgar
la fidelidad de la adaptación— con una buena puesta en escena y
una estética cuidada pero que se hace lenta por momentos, por no
decir directamente que le sobra metraje, y que solo consigue que
empaticemos, y no del todo, con la historia principal pero cuyos
personajes secundarios y subtramas carecen de interés para el
espectador, siendo casi un estorbo a veces para el correcto
desarrollo de la trama.
Imagino que el público objetivo disfrutaría mucho
con este producto pero, si se busca una historia de amores imposibles
hay muchas opciones mejores.
Nota: 4
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