lunes, 25 de agosto de 2014

Perseguido. Las mallas siempre están de moda.

En los años ochenta, Stephen King escribía con tal profusión, que su agente literario le recomendó publicar bajo pseudónimo. Así nació Richard Bachman, bajo cuyo nombre se publicaron varias novelas, entre ellas "El fugitivo" —The running man en su versión original— de cuya adaptación al cine hablamos hoy.
Como adaptación, al igual que sucede en muchas ocasiones con la obra del escritor de Maine, es nefasta, cogiendo tan solo unos pocos detalles y convirtiendo una distopía de cierto interés en una historia de ciencia ficción muy al uso, que sirvió sobre todo para el lucimiento de uno de los actores de moda de aquella época, Arnold Schwarzeneger.
A día de hoy casi toda la estética de la película está más que desfasada y resulta incluso ridícula y risible si no se creció con la moda de los ochenta. Aun con eso, la recreación de una ciudad de Los Ángeles medio derruida y postapocalíptica, en la cual se celebran esos "concursos" con los que el estado policial y censurador trata de aplacar los ánimos de una población alienada y sometida.
Como es obvio, mi admirado Arnold, se verá envuelto en circunstancias que le llevarán a ser uno de las presas en un programa televisivo donde los cazadores más freaks y variopintos que podamos haber visto harán lo posible por acabar con las presas.
Este argumento nos conducirá sin pausa por diversas localizaciones de la ciudad mientras nuestro héroe se enfrenta a sus perseguidores con la ayuda de otros condenados, con las típicas frases lapidarias y la grandilocuencia habitual de los villanos.
Pese a que algo hay de crítica a lo que podría haber llegado a ser la sociedad y a su necesidad de "carnaza" en televisión, todo queda muy diluido entre la sangre y el amarillo chillón de los monos de los dos protagonistas.
Habiendo visto ya mucho cine, quien la visione de nuevas observará que los tópicos campan a sus anchas, pero se puede decir que tuvo cierta originalidad en su época y que las actuaciones están en la media de lo mínimo exigible en este tipo de producciones ochenteras.
Es evidente que es esta una cinta que seguramente solo disfrutarán los que, como yo, adoraban y adoran la manera de hacer cine de acción de aquellos años de niñez o adolescencia. Gran parte de su atractivo viene de la nostalgia y, si se le quita eso, es probable que los más jóvenes al verla acaben con dolor de barriga por las risas que les provoquen el vestuario y los añejos efectos especiales.
Si sois de cine profundo o de autor no es para vosotros, pero tiene que haber de todo ¿no?
Nota: 6

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