domingo, 27 de abril de 2014

Un sueño posible. El lado ciego de la Academia.

Sandra Bullock es una de mis debilidades y el simple hecho de que ella esté en una película ya es una razón para verla, incluso aunque la calidad de la misma sea dudosa.
Con esa premisa, me dispuse a ver "Un sueño posible" (The blind side), cuyo título en nuestra lengua pone de manifiesto una vez más la capacidad de quitarle el sentido al original, el cual es un guiño a un término de futbol americano que nos explican nada más empezar la película con la voz en off del personaje de Bullock.
Sabiendo que la actriz recibió el Oscar a mejor actriz y que la película estuvo nominada a mejor largometraje en dichos premios, lo lógico sería encontrar cuando menos una película más que decente, pero no es así.
Para mi el principal fallo es que nos quieren contar tantas cosas en tan poco tiempo que no profundizan en ningún aspecto de la historia; una historia que, por otro lado, debía ser interesante por los retazos que vemos a lo largo del film.
El mundo de marginación del que viene Michael Oher (Quinton Aaron) está muy desdibujado, su vida con la familia que le acoge está siempre muy en segundo plano y la posible subtrama de la corrupción en el deporte de instituto o universitario, algo sobre lo que pasan de puntillas, hace que nada termine de llegarte como debería en una película de este tipo.
 
Se trata algo mejor todo lo relacionado con las dificultades del chaval en el instituto y en sus inicios en el deporte que luego le encumbrará, pero han perdido tanto tiempo en otras líneas argumentales que incluso en eso se quedan cortos.
 
Me parecen risibles, por ridículas, muchas de las situaciones en las que participa el niño pequeño de la familia, como parte del entrenamiento personal que le hace a Michael —aunque tiene algún momento realmente gracioso— y sobre todo, las negociaciones con los ojeadores de las distintas universidades, que de esperpénticas, me parecieron patéticas.
La buena labor de Bullock —que no me parece como para ganar un Oscar— y Quinton Aaron consiguen salvar del desastre total esta película y bueno, algunos momentos de Kathy Bates también los salvaría.
Se me hace curioso que John Lee Hancock haya conseguido emocionarme como lo hizo hace solo unos meses con "Al encuentro de Mr. Banks" y fuera incapaz en su día de adaptar esta historia real de superación, dando como resultado una película casi vacía e insulsa.

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