viernes, 4 de abril de 2014

Byzantium. Vampiros que brillan con luz propia.


Byzantium puede llevaros a engaño si os dejáis llevar por el intenso inicio, repleto de acción, porque aquí no estamos ante Nosferatus  de los que podíamos ver en Blade por ejemplo, sino de vampiros al más puro estilo Stoker o Rice.
Las máxima protagonistas son Clara y Eleanor, dos vampiresas que representan los dos polos opuestos de estas criaturas de la noche; la primera es la voluptuosidad y la sexualidad personificada, interpretada de manera genial por Gemma Arterton; la segunda, un alma atormentada y una vampiresa más etérea e incluso frágil que su compañera, con una Saoirse Ronan impresionante.
Ambas huyen de otros de su especie que tratan de eliminarlas a toda costa, lo cual les impide abandonar una vida de nómadas y de hacer lo necesario para sobrevivir y obtener sustento.
Todo ello se tornará más difícil cuando se establezcan en el Byzantium, un antiguo hotel abandonado, y Eleanor acabe enamorándose de Frank en el instituto al que empieza a ir para seguir con la ilusión de normalidad.
A lo largo de la película, el cerco sobre las protagonistas se irá cerrando, al tiempo que, en unos más que acertados y muy bien llevados flashbacks, descubriremos quiénes son los que les persiguen y cómo llegaron a convertirse en lo que son, no solo Eleanor y Clara, sino también sus perseguidores. La manera de convertirse en vampiro me parece una de las más originales y alegóricas que recuerdo.
El vestuario y la imaginería de la época de los flashbacks me parecen soberbios y las actuaciones de Jonny Lee Miller (Elementary) y Sam Riley dignas de elogio.
Neil Jordan consigue, sin grandes artificios, traernos una vez más a unos chupa sangres más clásicos aunque no sin ciertos toques de originalidad, la pena es que el final sea tan típico, que no malo ni fuera de la lógica.
Si no os gustan los crepusculares y os parecen un insulto cosas como Vampire Academy, esta película es para vosotros.
 

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