En este final del 2015 están llegando platos fuertes, al menos en lo que a cine a gran escala taquillera se refiere, unos más esperados que otros y entre los que para mi se hallaba esta adaptación de la novela que cuenta cómo escribió, o se inspiro para escribir, Herman Melville su gran éxito Moby Dick.
Las películas de aventuras son de mis preferidas y si están ambientadas en el mar casi diría que aun me gustan más, así que entre eso y que en el reparto estaba Cillian Murphy que, aunque como secundario, ya hizo que tuviera ganas de verla solo con el cartel que vi en la cadena de cines a la que suelo acudir.
A priori todo parece conducirnos hacia el visionado de una de las grandes del año en el cine comercial, con una muy buena ambientación, una historia en la que conoceremos cómo se creó el mito del gran cachalote blanco —en la película nunca hablan de ballenas para referirse a los machos, que eran el objetivo de la caza—, una gran banda sonora de la mano del español Roque Baños y un reparto en el que iremos descubriendo algún que otro actor de esos que no suelen estar en boca de todos pero que cumplen a la perfección prácticamente siempre.
Todo empieza muy bien, con la presentación típica de los personajes, tanto los que nos cuentan la historia como los que veremos en los flashbacks, que parece a día de hoy la manera lógica de contarnos prácticamente cualquier historia y que aquí al menos sí que lo es, continuando con el inicio de la travesía y el primer encuentro con esos enormes cetáceos que nos acabará llevando irremediablemente al encuentro con el gran blanco, que no es tiburón en esta ocasión, y además también al final de la, en realidad, pequeña parte de aventura que trae este film.
Sí, amigos y amigas, "En el corazón del mar" es mucho más un drama que cualquier otra cosa que nos quieran vender y en ese sentido funciona muy bien, con situaciones con gran carga emocional y con unos actores notables y un trabajo de caracterización magnífico que los convierte a todos en auténticos fantasmas de sí mismos. Me atrevería a decir incluso que es mucho más una historia de la lucha entre dos formas de ver la vida, la del que lo tiene todo por derecho de nacimiento contra la del que se ha hecho a sí mismo hasta llegar donde está y lo poco que esas diferencias importan cuando la naturaleza, en sus muy variadas formas, muestra al hombre cual es su sitio, algo plasmado de manera sublime en la conversación que mantienen cerca del final Pollard/Benjamin Walker y Chase/Hemsworth.
Siendo como es una historia al final de personajes, donde la idea inicial de la aventura va perdiendo cada vez más protagonismo, hay que destacar el gran trabajo del elenco, desde los dos nombrados en el párrafo anterior, hasta un Bendan Gleeson al que siempre es un placer ver y al que el papel le va como anillo al dedo. Mi admirado Murphy y el joven Tom Holland también consiguen brillar con luz propia aunque en destellos más bien cortos pero imprescindibles.
Me ha pasado con esta cinta, como me pasó en su día cuando leí la novela de Melville, esto es, que me esperaba algo más ágil, más centrado en la aventura y me he encontrado con algo que podo tiene que ver con esas expectativas, lo cual no hace que deje de ser una buena película pero la hace de difícil visionado si lo que se busca es una tarde de ver cine y olvidarte del mundo. Lo que he de confesar es que el libro original de Moby Dick me aburrió y decepcionó mucho más que este film, que solo por la inmensidad de ese mar que tan bien se retrata vale la pena verla en cine, sabiendo que vamos a ver algo mucho más en la línea de "Master and commander" que la típica película de aventuras marinas.
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