Llegamos a la penúltima entrega de las aventuras de Craig en la piel de Bond y para mí estamos ante la mejor, cosa en la que sé que no coincido con casi nadie viendo que Casino Royale parece la favorita de la mayoría pero qué le vamos a hacer, así es esto de las opiniones y los gustos.
Ya en los títulos iniciales de crédito notamos la diferencia de calidad en el cuidado estético, muy por encima esta entradilla de las que vimos en las dos anteriores, y en lo musical, con una Adele que sí supo, ella o los compositores si no fue cosa de la chica, transmitir lo que estábamos acostumbrados a recibir en los temas principales de esta saga casi eterna de películas, es decir, estilo. Sí, damas y caballeros, 007 puede repartir todo lo fuerte que quiera para adecuarnos a los tiempos actuales pero no ha de perder la clase que siempre ha tenido.
Es obvio que Sam Mendes quiso recuperar ese espíritu, con un cuidado exquisito en la puesta en escena, no olvidemos cierta pelea nocturna, y trayendo de nuevo a la primera línea a un "Q" renovado, que es más un departamento que la persona en sí que lo representa, y que dentro de lo que cabe se adapta también a las nuevas tecnologías, con una coña incluso en referencia a si Bond esperaba un bolígrafo capaz de disparar por ejemplo, además de servir para representar el choque entre la vieja guardia, en la figura del personaje de Craig y la savia nueva que parece imprescindible en ese mundo de espías anclado un tanto en el pasado.
La trama está mucho mejor desarrollada que en Quantum of solace a pesar de que los planes del némesis de Bond puedan llegar a hacer aguas aunque yo estoy esperando ver aun a un villano megalómano cuyo intento de dominar el mundo o destruir a personas que odia por su pasado no tenga fisuras. Así que en eso podemos decir que el guión es mejorable, pero ni mucho menos es peor que la mayoría o incluso que Casino Royale, donde simplemente se trataba de dinero al fin y al cabo.
Es en relación con el malo del film donde a mi me ganó completamente Skyfall. Desde el preciso instante en que Bardem entra en escena, contando esa especie de fábula a James, escena en la que ya intuimos la bipolaridad, esquizofrenia o ambas características del personaje de nuestro actor más internacional de los últimos años, quedé absolutamente hipnotizado y atrapado por casi todo lo que se desarrolla después.
En resumidas cuentas, Mendes consigue hacer un mix más que decente del 007 más clásico con esa necesidad de cubrir las cotas de acción a lo bestia que jamás fueron seña realmente de las películas inspiradas en este agente secreto creado por Fleming. Incluso tenemos momentos de humor en la parte final pero no en plan ridículo a lo Brosnan sino con cierto buen gusto al no pasarse de rosca. Para mí la mejor con diferencia del nuevo James Bond y la única que realmente repetiría visionado en un futuro. En unos días, el cierre con Spectre.
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