jueves, 31 de diciembre de 2015

Batman y Robin, guía de cómo enterrar carreras cinematográficas

Me imagino las conversaciones que debía tener Schumacher a la hora del montaje de la escena inicial de la película, enfocando de nuevo las zonas erógenas de nuestros aguerridos y plastificados héroes, tenían que ser la risa. Igual que todo lo que sigue mientras Batman y Robin cogen sus respectivos vehículos, que de nuevo parecen sacados de atracciones de feria o en los momentos finales del film directamente pensados para merchandising, para ir a enfrentarse a un Chuache que se ve aun más ridículo aquí que cuando intentó llorar en aquella peli con el diablo por medio y tal.
Aquí es fácil llorar, vosotros decidís si del descojone o de la pena de ver cómo convierten en un chiste a nuestro enmascarado amigo, y más fácil aun preguntarse cómo pueden mostrarse cosas tan importantes como un remedo de Bane, creado por un científico loco que más bien parece el Profesor Bacterio, de manera tan cutre como lo hacen Joel y todo su equipo técnico. Imagino que debió ser difícil conseguir financiación suficiente después del fiasco de la anterior; al menos yo quiero creer que lo fue. En serio, salvo los trajes de los personajes principales, casi todo lo demás se ve de baratillo y en 1997 digo yo que algo mejor se podía hacer para recrear esa Gotham que palidece frente a la que Burton nos trajo con muchos menos medios.
Lo peor de todos modos es que ni teniendo a una Uma Thurman que quita el hipo como Poison Ivy saben aprovecharla porque lo "chorradesco" de la mayoría de situaciones hace que incluso su personaje quede caricaturizado, como la charleta feminista que le da Alicia Silverstone cuando se enfrentan, no mucho después de que, para cumplir en igualdad con sus compañeros varones, nos hayan dado primeros planos de su culo y su pecho al enfundarse el traje. Schumacher hace primero un uso sexista de la mujer para luego poner en los labios de esa misma fémina un alegato de unas dos o tres frases en medio del combate, ya sabéis, que no falten esos momentos entre leche y leche.
Pero claro, no podemos pedir mucho a una cinta cuyo guión n tiene mejor ocurrencia que sacar a Clooney diciendo que no sale de la cueva sin su "BatTarjeta" de crédito... Si, en serio. A mi esta escena me quedó marcada a fuego porque, desgraciadamente, yo fui de los que vi este film en cine, en concreto con uno de mis primos, y jamás olvidaré que fue en ese momento cuando, a pesar de seguir en la sala, él, que se había llevado una mini radio de aquellas tan usadas en los noventa se puso a escuchar por uno de los auriculares la Champions. Y de ahí hasta el final, mamarrachadas todas las que se os ocurran y más.
Realmente no sé cómo no se les cae aun a día de hoy la cara de vergüenza a quienes participaron en este engendro, aunque seguramente más de uno recibió su merecido, con carreras que quedaron tocadas e incluso hundidas después de este esperpento, caso de Chris O'Donnell o Alicia Silverstone.
Quizá otros personajes de cómic se presten a hacer una suerte de parodia de sí mismos o tengan un humor que permita ser más desenfadados, como lo que veremos en Deadpool, pero Batman, damas y caballeros, es un tipo que sale cada noche a tomarse la justicia por su mano y a matar si es necesario a quienes escapan a la ley o son incontrolables para esta. Por eso merece un guión adulto y no uno que parezca escrito para niños.
Yo casi nunca os digo que no veáis una película porque igual a vosotros una bizarrada como esta os puede gustar, a mi me gustan cosas que a otros no, pero haceros un favor y si os ponéis con ella, tened cerca las de Burton, preferiblemente la primera, o las de Nolan para quitaros el mal sabor de boca y para ver lo que de verdad es Batman.

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