Vivimos en la era de los spin-off y las precuelas, vamos, que si un personaje destaca sobre el resto en una serie o película parece que hay que darle la suya propia o que es necesario que nos expliquen qué pasó antes. Lógicamente eso no es algo malo per se pero acaba llenando el panorama audiovisual de productos en su mayoría totalmente prescindibles.
Si me habéis leído alguna vez hablar sobre The Walking Dead sabréis que soy de los que aun la defienden y disfrutan con ella, sin parecerme una maravilla, y además siempre me ha atraído sobremanera la temática zombi, así que no quise dejar pasar la oportunidad de juzgar por mi mismo esta historia que nos han querido contar de cómo empezó todo antes de que Rick se encontrara con aquella niña en la primera e impactante escena de la serie madre.
Lo primero que quiero decir, y en lo cual pensé después de haber visto los dos capítulos iniciales de los seis de que consta esta primera temporada, es que me resulta llamativo las buenas sensaciones que generaba a mucha gente en las redes sociales cuando tiene el mismo problema, para algunos no para mi, de ser lenta y de que no pase prácticamente nada. En mi modesta opinión es como con los libros de S. King, ese detenerse en los personajes y en sus vivencias y en su entorno es lo que le hace grande, siempre y cuando conectes con esa manera de hacer las cosas. Porque claro, hablamos de una serie donde algo más ha de pasar además de matar muertos vivientes a diestra y siniestra que para baños de sangre así ya tenemos la industria del videojuego que además nos permite hacerlo a nosotros mismos.
El problema de esta precuela es que los personajes, salvo el interpretado por Rubén Blades, carecen de carisma casi por completo porque, os podrá gustar o no como adaptación de los cómics, pero en The Walking Dead muchos de los protagonistas ya traían la fuerza de ahí, ya existían y eso hacía mucho más fácil para los actores, también para muchos de nosotros, identificarlos e identificarnos con ellos. Aquí la mayoría no son más que carnaza para los zombis y son arquetípicos hasta decir basta; incluso lo que vamos viendo del peluquero hispano de Blades no puede ser más tópico, aun siendo lo mejor.
Con el resto pasa tres cuartas partes de lo mismo, no vemos una visión del inicio del apocalipsis que trate de ser original al menos en la forma de contarnos lo que va sucediendo. ¿Un ejército que no son tan trigo limpio como parecen? ¿Acaso alguien dudaba de que eso hubiera sido así? Si es que es lo que nos cuentan prácticamente en cada película, novela o serie donde vemos cómo empieza todo cuando el mundo se empieza a ir a la mierda por la vuelta a la vida de los muertos.
No voy a decir que no tenga sus momentos, porque los tiene, pero si diré que, una vez vista, no aporta absolutamente nada al universo de The Walking Dead, más allá de rellenar las semanas estivales previas al estreno de la nueva temporada de la serie madre y ese ansia de no muertos que parecen tener los fans. Todo es demasiado visto, tópico y previsible y para eso ya tenemos a Rick, Glen y compañía. Prescindible.
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