Que Tarantino se moría por hacer un western y la mayoría de nosotros por verlo, con ese toque que solo el sabe dar a todo lo que rueda, es algo indudable y con Django él se quitó esa espinita y nosotros pudimos disfrutarlo.
Repleta de homenajes al género y de cosas que no le pegan ni con cola, hay canciones de la banda sonora que pertenecen más a barrios chungos de los EEUU que al "far west", estamos ante una cinta con las señas de identidad típicas de Quentin, esto es, un cuidado visual extremos, una sangre exagerada hasta el extremo y unos diálogos magníficos. Ah, se me olvidaba, también tenemos un reparto coral donde al menos en dos o tres personajes es difícil decidir si encuadrarlos en el rol de secundarios o si comparten el protagonismo de la historia.
Nos encontramos con una historia directa y que avanza a buen ritmo, manteniendo nuestro interés al tiempo que conocemos con cierta profundidad a los personajes principales pero también a todos los que les rodean, con momentos impagables como la llegada a la plantación regentada por Big Daddy/Don Johnson, con una conversación para enmarcar y que además pone de manifiesto lo estúpido de los principios en que se basaban los esclavistas para justificarse. También memorable la reunión posterior con la que al menos yo me parto la caja cosa mala.
Después de ese notable primer acto llega un segundo sobresaliente, donde vamos a encontrarnos a un tiempo con las tres joyas de la corona de este film, con todos mis respetos a Foxx, que no son otros que Waltz, DiCaprio y Samuel L. Jackson. La manera en la que dotan de esa personalidad y esas variantes a personajes tan estereotipados me pareció deliciosa y ya si la estás viendo en versión original, lo de Jackson es para quitarse el sombrero y hacerle una y mil reverencias. A veces no llega para un premio pero no puedo dejar de ver algo que roza la perfección en los pocos minutos, teniendo en cuenta la duración de la cinta, de que disfruta este actor.
Esta ha sido la segunda vez que veo Django y me ha vuelto a suceder lo mismo, esto es, quedarme con la sensación de que si Tarantino hubiera acabado la historia unos veinte o treinta minutos antes, estaríamos hablando de una obra a la altura de su mejor trabajo, en mi opinión, "Pulp fiction". No es solo que el metraje sea innecesario, es que a nuestro querido amigo se le va bastante la pinza, conduciéndonos hacia un clímax que sí, puede dejarnos con mejor sabor de boca, pero que pierde muchísima fuerza comparado con el resto del film.
Estamos ante una película que cabe recomendar por muchos motivos pero por el simple hecho de ver en su salsa y dándolo todo al trío de actores arriba mencionados quedaréis satisfechos. Si además de eso os gusta la manera de hacer cine de Tarantino, satisfacción garantizada.
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