martes, 26 de enero de 2016

Sherlock Holmes: Juego de Sombras y de repetición

Al final de la primera incursión de Ritchie en el universo de Holmes nos quedamos con las ganas de disfrutar de Moriarty y en esta ocasión nos vamos a desquitar, puesto que todo va a girar en torno al enfrentamiento entre las dos brillantes mentes de estos dos personajes que, probablemente, Conan Doyle no imaginó de esta manera, sobre todo un villano tan sádico como veremos en algunos momentos que es este profesor interpretado por Jared Harris, que he de reconocer que es un actor que no termina de llegarme.
En todo caso, de nuevo lo más importante es la relación entre Sherlock y Watson y cómo van lidiando con el día a día mientras intentan resolver el caso más importante de la vida del detective, en sus propias palabras, que generará muchas situaciones hilarantes. En este caso además el humor, bastante british, viene también de la mano de Stephen Fry, un actor al que siempre disfruto cada vez que sale en pantalla, a pesar de que no le conozco de momento más que papeles secundarios.
Seguramente, algo que suele pasar en la mayor parte de secuelas, el principal problema de esta segunda entrega es que ya casi nada nos va a resultar sorprendente y, aunque seguimos teniendo una ambientación maravillosa, es como ver una "Misión: Imposible" ambientada en los tiempos previos a la Primera Guerra Mundial.
Con estas cosas no quiero decir que la película no esté a la altura de lo mínimo exigible, porque es tremendamente ágil y entretenida, al igual que su predecesora, pero da la sensación de que lo que una tiene, a la otra le falta. Me refiero a que la trama de la anterior era mejor en términos generales pero el némesis de Holmes no terminaba de tener todo el carisma necesario y, ahora que si nos dan a un malvado a su altura, la historia está algo menos elaborada.
Si en algo salimos ganando es con la presencia de Noomi Rapace, que aunque con un personaje quizá poco creíble dentro de la trama, imprime mucha más fuerza y personalidad que ninguna de las otras féminas que hemos tenido en el reparto de estos films. Cierto es que Kelly Reilly adquiere más protagonismo aquí pero sigue sin ser más que un hilo conductor en la relación entre los auténticos protagonistas que son Downey Jr. y Jude Law.
Entre los demás aspectos siguen siendo destacables tanto la banda sonora como las escenas en slow motion, aunque estas últimas tienden ahora más al uso habitual como el que viéramos en Matrix hace ya mucho o en la madre de las pelis que usan este recurso como es 300; vamos, que antes Ritchie las usaba para plasmarnos los pensamientos de Sherlock y ahora tira de ellas también para que determinadas escenas de acción ganen espectacularidad y veamos por donde silba cada bala y cómo vuelan las astillas alrededor de nuestros queridos personajes.
En resumidas cuentas, una continuación más que digna aunque mejorable en algunos aspectos que supongo que todos esperábamos que nos dejaran más satisfechos, sobre todo por la inclusión de Moriarty, pero que solo ya por el hecho de su pareja protagonista y por la forma de rodar de Ritchie, si os gusta, merece la pena disfrutar.

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