Aquí estamos de nuevo con nuestro segundo slasher de la semana halloweenera, que cumple casi con todos los cliches del género en lo que se refiere a su bajo presupuesto, que fue la ópera prima de su director y que el casting pasa sin pena ni gloria, salvo por un serial killer que es de los mejorcitos que he visto en lo que llevamos de siglo.
Con esos ingredientes y basado en hechos reales, al menos en asesinos reales que han existido en el país de los canguros, la verdad es que la coges con ganas y habiendo incluso escuchado cosas buenas sobre ella, esperando que te haga pasar un buen/mal rato. Por desgracia es otro de tantos quiero y no puedo que nos encontramos en esto del celuloide.
Greg McLean no solo dirige, sino que escribe también el guión y es ahí donde la película hace aguas a borbotones en el primer tercio o casi mitad, donde se nos hará soporífero el viajecito y las charlas de los que posteriormente se convertirán en presas del auténtico protagonista, interpretado por un magnífico John Jarratt, que seguramente será un actor del montón tirando para abajo pero que para el personaje que se nos presenta aquí está fantástico y te asusta realmente porque todo es muy plausible e inquietante.
Una vez pasado ese trago la cinta se convierte en no apta para todos los estómagos porque no estamos ante un asesino como puedan ser Myers o Krueger, que aunque de maneras muy espectaculares, suelen acabar con sus víctimas rapidito para pasar a la siguiente. Aquí se explora el pozo más oscuro y profundo del ser humano aderezándolo con un gore que se irá haciendo más explícito según pasen los minutos. He de reconocer que yo no tengo gran problema con estas escenas, en tanto en cuanto hace ya muchos años que veo cine de terror, pero si lo pasáis mal con el sufrimiento ajeno aunque sea ficticio, mejor pasad totalmente de esta película.
Es evidente que entrar en la industria del cine con estos productos es barato, fácil, porque casi nadie espera que se innove en un subgénero que no da para mucho y una manera de hacerse hueco en un mercado que tiene muchos más consumidores de lo que parece, el terror es rentable cuando se hace al estilo low cost. Sin embargo, McLean comete el error de alargar en demasía la presentación de unos personajes con los que, de todos modos, vamos a empatizar poco, haciendo que el conjunto pierda muchísimos enteros a la hora de la valoración final.
Si sois amantes del slasher os entretendrá y, sabiendo que es un producto menor, no os decepcionará del todo pero os dejará un sabor agridulce, para el resto mejor os ponéis cualquier otra ´cinta de un género que os vaya más y con la que aprovecharéis mejor el tiempo.
Uff el gore y yo no nos llevamos muy bien... jajaj
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