Es bastante obvio que uno siempre puede llevarse sorpresas, quizá no con la originalidad de una película, pero si con su calidad, sobre todo si viene de un país como Irán; porque vale, Ana Lily Amirpour, directora, guionista y actriz es americana pero de ascendencia iraní. Esto es importante, porque hay que ser consciente de que algo como lo que esta mujer ha hecho, en su país quizá hasta le habría ocasionado problemas más allá de simples protestas o tweets de indignación.
Tremendamente cuidada en su ejecución técnica, no deja de resultar curioso para mi que a veces haya tanta diferencia entre el resultado que obtienen unos y otros directores pese al bajo presupuesto del que disponen todas estas producciones de bajo coste. La fotografía, la música, la ambientación, todo encaja a la perfección, lo cual es chocante por la mezcla de western, con pinceladas muy evidentes del género, el terror y el romance, todo junto pero no revuelto y encima con referencias a la cultura musulmana que además son aprovechadas para plasmar en pantalla un vampiro clásico a la vez que innovador.
Los ataques de la criatura serán por un lado bestiales pero, por otro lado, no perderán la clase que tenían estos bebedores de sangre antes de que lo importante fuera cuánto fluido vital es posible salpicar en la pantalla —si lo pensamos esos vampiros no debieron aprender muy bien lo de que no se juega con la comida—, en aquellos tiempos en los que lo único que quedaba tras su paso eran un par de orificios en el cuello. Aquí tenemos algo intermedio que además sera más soportable para muchos al estar rodada en blanco y negro, porque como que la cosa da menos asquito.
La cinta consigue inquietar cuando es necesario usando muy bien el aspecto sonoro, tanto el sonido ambiente como la voz del monstruo te hacen pensar que no desearías estar en la piel de ese niño o ese hombre que aparecen frente a tus ojos. Parece una cosa que no es destacable pero hoy en día, por desgracia, el género de terror está tan de capa caída que se agradecen estos pequeños oasis.
Otro gran acierto es el reparto, totalmente desconocidos para cualquiera de los que podamos acercarnos a un film como este, porque resultan todos muy creíbles y demuestran que la motivación y el trabajo hacen más incluso que la calidad innata o estudiada que se pueda tener como intérprete.
Sin los medios de los que seguramente disfrutan muchos remakes o continuaciones, sin el "de los productores de...", sin pretensiones de descubrir la pólvora, Ana Lily Amirpour nos regala una pequeña joya que puede disfrutar el gran público siempre que se deshaga de prejuicios y que no tenga miedo a leer para sabe qué sucede porque el film está rodado en iraní.
No hay comentarios:
Publicar un comentario