domingo, 12 de julio de 2015

Green Lantern llevaba pilas de los chinos y no de las del conejito

De entrada y con la experiencia que tenemos de los últimos quince años, año arriba, año abajo, siempre que nos sentamos a ver una película de superhéroes esperamos que, como mínimo, nos entretenga aunque seamos tolerantes con la habitual falta de profundidad en la trama, ¿qué más da si el guión es más simple que el mecanismo de un chupete mientras nos divierta?
El problema llega cuando algunas solo consiguen entretener a ratos y encima se basan en personajes que, seamos sinceros, son poco más que nombres que nos puedan sonar para la mayoría de los mortales que no hemos leído los cómics o novelas gráficas. En el caso de "Green Lantern" supongo que, como a mi, es lo que le pasará al grueso de los espectadores. Cuando eso sucede, toda la responsabilidad cae sobre los guionistas, a la hora de conseguir presentar en condiciones a nuestro protagonista y hacerte que entiendas, al menos en parte qué es lo que sucede ante tus ojos.
Que la película tiene sus puntos claro y veremos, muy por encima y muy rápido, quienes son esos "Green Lanterns" que protegen a todo el universo conocido y por conocer y como Hal Jordan/Reynolds se convierte en uno de ellos. Ahí empezaremos a disfrutar de una de los mayores atractivos del film que es ver la manera en que estos poderosos seres utilizan sus anillos, que lo mismo sirven para hacerte un "Bricomanía" que para participar en "Master Chef" y para otras cosas más serias también, que seguro en los cómics serán muy interesantes pero que yo aquí necesito ir de coña porque si no la crítica no sale.
Para mi, la sensación con estas películas fallidas de superhéroes es que estoy viendo un episodio de televisión de "Smallville" pero de los malos, que los ves porque sigues la serie —algún día he de reiniciarla y verla entera pero eso será en otra vida quizá— pero que cuando acaban dices, "pos vale", y al día siguiente ya te cuesta recordarlo y, cuando te pones a escribir la crítica un par de semanas después ya, ni te cuento.
Del reparto no veo a nadie realmente salvable porque lo que importa es la parafernalia digital y los efectos especiales que a ratos funcionan muy bien y a ratos cantan demasiado no terminan de llenarte lo suficiente para decir que al menos estás ante una delicia visual. Por si fuera poco, el villano es de los menos carismáticos que recuerdo y, como con las de los "Titanes" y Liam Neeson, da un poco de penica ver a Tim Robbins ganándose el sueldo en algo como esto.
Película que sin ser de lo peor de esta temática que te puedas echar a la cara difícilmente disfrutarás pero que puede estar bien para domingos tarde/noche o en esos días que quieres ir completando el visionado de películas basadas en cómics como me suele pasar a mi, aunque luego me arrepienta. Ahora la cosa está en que tengo más miedo de lo que pueda hacer Ryan Reynolds en "Deadpool" que de lo que pueda hacer Ben Affleck en "Batman Vs Superman".

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