Esta puede ser probablemente la historia con la que me he visto más identificado personalmente o más bien con su protagonista, Sandro —curioso lo sencillo que es su nombre con lo complicados que son sobre todo los apellidos georgianos—, que es la expresión máxima de lo que aquí llamamos pagafantas.
Su amigo Iva, que vive aún de sus días de supuesta gloria como futbolista, no es que le ayude mucho en todo eso con una forma de ser inmadura y que, en cierto modo, impide que Sandro de los pasos necesarios para alcanzar una madurez latente pero incapaz de salir no solo por la influencia de su colega, sino por unos padres tan chapados a la antigua que los diálogos con ellos resultan esperpénticos a la par que cómicos.
Iva tiene la costumbre de concertar citas a ciegas, de ahí el título, a través de internet y, por lo que vemos al principio de la película, consigue embaucar a Sandro para una doble cita en la que veremos desde el principio la incapacidad de nuestro protagonista para relacionarse de una forma adulta con la mujer que tiene frente a él. Desde ese momento seremos conscientes en todo caso de que este hombre de cuarenta años es de los que hace las cosas buscando agradar a los demás, o simplemente es que esa es su forma de ser, esperando que haya una hipotética retribución que nunca o casi nunca llega.
Asistiremos a una sucesión de situaciones a cada cual más disparatada en las que Sandro se verá envuelto por amor que durante todo el metraje navegará entre dos aguas, la del "pagafantas" que sabemos que no va a terminar con la chica ni de broma y la del romanticismo que nos hace pensar que la vida será justa, probablemente por primera vez, con este sujeto de mediana edad que sin duda es una buena persona y un buen hombre que merece mucho más de lo que tiene y no hablo del aspecto económico.
He de reconocer que desde el principio me enganchó y que según iba avanzando el visionado me sentía más a gusto y más en sintonía con esta comedia dramática o drama en clave de humor con el que muchos, si no todos, nos podemos sentir identificados en más de una ocasión. Al igual que en muchas otras cintas del festival aquí todo es muy cotidiano y muy de andar por casa, pero a diferencia de otras, logra contar con ternura y sin burlarse del espectador una historia que, pese a los sinsabores por las cosas que le van sucediendo a Sandro, te deja con una sensación agradable en el cuerpo. El gran responsable es sin duda su director y guionista, junto a otros dos, Levan Koguashvili.
Si queréis saber si finalmente nuestro amigo seguirá siendo un "pagafantas" o si por el contrario consigue dar ese paso que le falta, tendréis que darle una oportunidad y verla.
Nota: 7
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