lunes, 20 de julio de 2015

Terminator, el asesino de la guía telefónica.

Pocas veces se tiene la oportunidad de ver en pantalla grande una película que se estrenó cuando uno tenía cuatro añitos y menos aun si vives en un sitio como Fuerteventura. Si, el clima es muy guay, la playa está muy cerquita pero para los que somos más de ir a nadar que a tostarnos horas y horas al sol y que además tenemos ciertas inquietudes intelectuales, la oferta de ocio es insuficiente e incluso inexistente a veces. Por fortuna los Yelmo de aquí decidieron traer esta película con motivo de la llegada a la cartelera de "Terminator Génesis" y allí que me fui.
Al principio me llevé una pequeña desilusión porque la calidad de imagen de la copia que emitieron me pareció bastante baja para lo que a día de hoy se puede ofrecer con las remasterizaciones pero se trataba de disfrutar así que pasamos eso por alto y llegó la tan conocida música de la saga, de la mano aquí de Brad Fiedel, mucho más cercana a la música electrónica que a las versiones algo más épicas posteriores pero que ya te pone el vello de punta.
Una de las ventajas con las que cuenta esta cinta es que no nos quisieron vender en su día un futuro cercano sino que se ambientó en los años ochenta y ello consigue que todo lo que ves tenga sentido aunque a día de hoy lo veamos y pensemos, "Vaya pelos y vaya modelitos". La otra cosa que va en favor del film es que te sientes en la butaca con la nostalgia de haberla disfrutado hace mucho, porque con los ojos de hoy, para muchos puede verse hasta ridícula.
Cameron trabajó con un presupuesto muy ajustado y eso se nota, en una animatrónica que en su día debió ser una maravilla pero que canta por soleares en casi todos los momentos en que el Arnold de mentira sale en pantalla o en algunas escenas del final. Pero eso es lo que había en aquella época y no podemos pedirle a una película de hace treintaiun años más de lo que pasará ante nuestros ojos.
Los agujeros de guión, que no son pocos, en las persecuciones y en la trama, son rellenados magistralmente con el cemento de la acción rodada de manera notable, que te mantiene pegado a tu butaca y casi aguantando la respiración.
Veremos a unos jovencitos Arnold Schwarzenegger, Linda Hamilton y Michael Biehn que estaban empezando a destacar, unos más que otros, en el mundo del celuloide ochentero. Sus actuaciones están al nivel necesario para una producción de estas características, destacando sobre el resto Linda. Como curosidad tenemos por ahí a Bill Paxton, con un look peculiar, y a Lance Henriksen que al igual que Arnie y Michael volverían a trabajar con Cameron en posteriores películas.
En mi cruzada en favor de que la mujer de acción al estilo "Imperator Furiosa" ya estaba más que creada, en la Sarah Connor de aquí tenemos el germen de lo que fue la Ripley de Aliens. Vamos, que Miller no ha hecho nada que no se haya hecho ya. Me pregunto cómo se tomarían los hombres de aquella época ese protagonismo de la mujer que dejaba cada vez más de ser una acompañante desvalida para pasar a ser la que tomaba las riendas de todo si aun hubo quien se escandalizó por considerar a la protagonista de Mad Max: Furia en la carretera demasiado feminista.
En fin, que ha sido una experiencia muy agradable, a pesar de que ha envejecido muy mal en algunos aspectos y aunque sigo prefiriendo la segunda, no dejo de reconocer la calidad y sobre todo lo que supuso esta pequeña joya del cine de "Serie B". Y como decía el bueno de "Chuache" volverá al Motel en próximas críticas de la saga.

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