¿Puede entretenernos un plano secuencia de algo más de dos horas cuando te han vendido un Slasher y obtienes un drama?
En el caso de quien escribe, la respuesta es si. He de decir que me acerqué a esta extraña apuesta iraní con muy malas referencias por parte de la mayoría de los que la habían visto así que en parte ya iba preparado para esperarme cualquier cosa.
El gran fallo es que la propia introducción de la cinta y los primeros cinco o diez minutos te hacen pensar en que, efectivamente, vamos a ver un baño de sangre con uno o más psicokillers matando chavalada. Pero lo cierto es que no hay nada de eso, aunque están presentes todos los elementos para ello: tíos muy raros que son dueños de un restaurante aun más raro y que tienen conversaciones que hacen intuir lo peor; un campamento junto a un lago/balsa de agua y unos jóvenes que tienen todas las papeletas para ser pasados a cuchillo.
¿Fallo del director/guionista? ¿Nos quieren engañar? Quizá simplemente no tenían los medios para incluir asesinatos brutales y sangrientos en un plano secuencia que obligaría a repetir desde el principio en cuanto alguna cosa fallara; no sé, imaginaros que llevas una hora de grabación y la sangre que ha de salpicar falla. Puede sonar a explicación estúpida pero imagino que el rodar como decidieron hacerlo les habrá impuesto determinadas limitaciones.
Sinceramente, a mi es, hasta la fecha, el único de los experimentos que he visto —no todo el Atlántida es cine realmente experimental— que me ha gustado, es más, me ha encantado la forma que han utilizado para que toda la historia que nos quieren contar encaje en ese plano secuencia. Mientras la ves tienes la sensación de que estás viendo una de esas películas de paradojas temporales donde volvemos por caminos ya recorridos para ver nuevas bifurcaciones que van construyendo pieza a pieza el puzzle de la historia que rodea a los chavales del campamento.
Cierto es que los diálogos son de cosas muy cotidianas y que se mezclan con determinadas situaciones o personajes —ojito a los gemelos que a mi me han parecido muy "Lynchianos"— raras o inverosímiles incluso lo cual puede hacer su visionado muy pesado para quienes se enfrenten a esta película. También he de decir que después de ver cosas como Favula, Pas á Genéve, o Love Is All, cualquier cosa me parece llevadera y quizá por eso consiguió mantener mi interés.
Pienso que he vivido este visionado como vivo esos libros de King en los que lo único que se salva es su recreación de lugares y personajes, con conversaciones trascendentes solo para ellos pero con los que pese a todo, ese escritor me hace conectar. Sharam Mokri ha conseguido algo similar con su largometraje que yo definiría como un "slasher interruptus" y que no me atrevo a recomendar aunque para mi las cosas buenas que he visto en él me bastan para darle un aprobado, que en este festival ya es mucho para mi.
Nota: 5
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