Una vez más nos toca una de esas películas del festival con las que he conectado por una parte pero por otra me ha parecido tal ida de olla que pierde todo lo ganado desde mi punto de vista.
La idea es contar una historia de gangsters en Filipinas con la típica historia de amor entre uno de ellos y una mujer que, debemos interpretar que ni le pertenece ni le puede pertenecer pues él no es más que un sicario.
A partir de lo dicho todo pasa a ser tremendamente surrealista en determinados tramos de la película, con una banda sonora que es lo único que se subtitula, aunque a veces los personajes dicen cosas que escuchamos pero que no entenderemos obviamente.
Tampoco será fácilmente comprensible ni digerible esa especie de mezcla del "Lázaro, levántate y anda" y la personalidad casi mesiánica del increíble "Don" de la mafia que parece manejar todo el cotarro en ese barrio de calles estrechas y oscuras por donde correrá nuestro protagonista grabándose con el móvil mientras lo hace; por lo que se ve en el festival, lo que está de moda como "cine experimental" es grabar con móviles, cosa que, en algunos casos, tiene sentido, pero que en otros lo único que logra es ese efecto tan mareante y que tanto echamos en cara a gente como Michael Bay.
Difícil de valorar porque tiene partes que funcionan y transmiten bastante bien y otras que no aportan nada o casi nada, como la bacanal del callejón, diría que depende muy mucho del espectador que se siente frente a la pantalla pese a que no es de las más difíciles de soportar del festival.
Videoclip largo, como decía @Cinefila_91, o musical, como lo definen en webs como Filmaffinity o la propia Filmin, son etiquetas que dan una idea aproximada de lo que nos vamos a encontrar en esta obra de Khavn, quien desarrolla aquí un corto presentado en Berlín, aunque quizá esté más en la línea de ser una sucesión de videoclips que un musical.
Si conectáis con su forma de narrar una trama ya utilizada decenas de veces es posible que disfrutéis de una de las propuestas más originales del Atlántida porque se aleja de las dramáticas y cotidianas situaciones que inspiran a la mayoría y nos introduce en los suburbios que tan ridículos se veían en Sueñan los androides y que aquí no solo son realistas sino que son lo que consigue mantener la tensión y una sensación de opresión que ninguna otra cinta del festival me ha conseguido transmitir.
Nota: 4
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